El patrimonio de la ULL

 

        Doctores tiene la Iglesia, pero muchos más la Universidad de La Laguna; doctores versados en múltiples y variadas materias, que son llamados en muchas ocasiones para dar su opinión y emitir informes sobre esas diversas materias y asuntos, entre otros, sobre la conservación del patrimonio histórico y la catalogación de éste.

        El edificio central de la Universidad de La Laguna representa, al menos para los laguneros, parte de la historia de esta ciudad y de nuestra memoria individual y colectiva. Creemos que esta opinión es asumida por miles de ciudadanos canarios que, aún no siendo de esta isla, sentaron sus posaderas durante años en los bancos de este edificio, para completar su formación educativa y personal.

        Creemos que no es propio de una Institución como la ULL, actuar de manera improvisada para acometer las reformas necesarias para su funcionamiento. Creemos que una reforma de este calado requiere de un estudio serio (esta institución tiene recursos sobrados para ello) que sea además ampliamente debatido y consensuado, ya que se trata del futuro de todos los que trabajamos para ella, de la memoria de los que lo hicieron antes que nosotros y no tan sólo de los que ahora gestionan el futuro de esta institución.

        Nos gustaría saber quién, cómo, y bajo qué directrices, ha elaborado lo que al parecer se denomina “Plan Director” y que afecta sobremanera al edificio más emblemático de la ULL.         Proyectos como el traslado del archivo al sótano del edificio central y que todos conocemos como “la nevera”, aunque esta no sea “no frost”. Todo el mundo sabe que los papeles y la humedad no se llevan nada bien.

        Reformas como la que se esta llevando a cabo en la “horrorosa torre de química” (ésta también es una afirmación compartida por miles de ciudadanos) con la excusa de adecentar su fachada, y que solo contempla tres de sus siete plantas, dejando como están las plantas superiores que son las que se ven desde cualquier punto de la ciudad, nos parecen una aberración impropia de una institución que presume, y puede hacerlo, de “fabricar” expertos y que debería hacer las cosas de otra manera.

        ¿Qué se puede decir del destrozo irrecuperable de las antiguas aulas, con la excusa de ampliar la sala de maquinaria del CCTI?

        Esta no es la casa de nadie, pero al mismo tiempo es la casa de todos, los que la habitamos cada día y los que tendrán que habitarla en el futuro. Esta no es una ciudad cualquiera: es la nuestra y, por si alguien no se ha enterado, hace años que fue declarada PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD.