Carta al Rector sobre su discurso de Apertura de curso

         Distinguido señor:

        Soy trabajador de la Universidad de La Laguna, pertenezco a la plantilla del personal laboral y llevo varios días pensando si vale la pena dirigirme a usted, para hacerle algunos comentarios acerca de su discurso en el acto de apertura del curso académico. Esperaba que otros que representen a otros sectores de nuestra comunidad, intervinieran para hacer matizaciones a lo que, desde mi punto de vista, es una pobre y ramplona intervención, como máximo representante de la universidad de La Laguna. Pero como esto no ha sucedido, me atrevo a hacerlo yo. Mi nombre no creo que sea importante, aunque no tengo ningún inconveniente en revelarlo si así lo solicita.

         Yo, al contrario que usted, voy a hablarle desde mi cerebro, desde mi pensamiento, desde mi razonamiento, cosa que, por otra parte, debería haber hecho usted. No me parece lo más adecuado, en relación a su cargo y al acto en el que representaba a la comunidad universitaria, hacer un discurso desde el corazón. Yo podría hablarle desde mi bolsillo, como miembro de un colectivo que ha sido olvidado a la hora del reparto desde hace más de ocho años, cosa que no ha sucedido con los otros colectivos que conforman la plantilla de trabajadores de la ULL. Pero tampoco quiero aprovecharme de la circunstancia, a pesar de haber manifestado en su discurso que trabajamos para construir un nuevo conocimiento que reporte mejoras sociales, culturales y económicas, y que supongo que serán para todos.

         Desde el razonamiento y desde el poder de mis convicciones estoy de acuerdo con usted en que un año no es tiempo suficiente para hacer profundas modificaciones y, también comparto con usted, que ha iniciado un estilo diferente de recorrer el camino. Y, precisamente, porque al igual que usted, uno está dispuesto a luchar por lo cree, por sus valores, le digo que hay caminos que no conducen a ninguna parte y, que otros conducen inevitablemente al abismo. Digo esto, refiriéndome claro está, al proceso seguido para la reforma de las plantillas del Personal de Administración y Servicios, que como bien manifiesta, cuenta con consenso generalizado en la comunidad universitaria acerca de su situación deficitaria y obsoleta. Éste es el único consenso con el que ha contado, ésta es la única circunstancia —por otro lado evidente— en la que casi todos estábamos de acuerdo, no así en la valoración de las más urgentes y, muchos menos, en su valoración de las necesidades relegadas desde hace años. Todas, absolutamente todas nuestras necesidades en relación al Personal de Administración y Servicios, y más concretamente en lo que se refiere al personal laboral, están relegadas desde hace años. Es cierto que mantuvo un calendario de reuniones con los órganos de representación del PAS con el propósito de consensuar los documentos finales, pero no es menos cierto que no logró ese consenso y al final  acabaron imponiendo sus posiciones y los criterios de su equipo recién llegado, frente a las posiciones de otras células de este cuerpo institucional, que a pesar de llevar años trabajando dentro del organismo, nos hemos convertido en células cancerígenas.

         No quiero entrar en los detalles de lo que según su criterio significan o traen consigo estas reformas, pero no puedo pasar por alto algunos detalles, como cuando dice que se mejora la ratio PAS/PDI. ¿Se mejora con respecto a cuándo?, ¿con respecto al empeoramiento que ha sufrido en los últimos años?

         Dice usted, en su discurso, que la universidad no puede ser entendida como un ente estático, ya que desde sus orígenes medievales hasta la actualidad ha sido producto y agente de cambio, y lo seguirá siendo. Lo malo es que, si ese cambio tiene usted que hacerlo recortando los derechos y los avances obtenidos en el terreno de la relaciones laborales y de las leyes de libertad sindical, con todos los beneficios sociales que conllevan, pues resulta que nos quiere usted devolver al medioevo. No es la primera vez que lo acusamos de querer tener una universidad del siglo XXI, pero con el mismo personal y peores condiciones de trabajo de las que teníamos en el siglo XX. Como usted dice, si algo prima, o debería primar en los universitarios, es la racionalidad y la búsqueda de la verdad. Ésta es la verdad. La verdad pura y dura, es que su equipo de gobierno, abre centros universitarios, creados con coste cero, aumentando ilegalmente las cargas de trabajo de su personal, saltándose las obligaciones que tienen ustedes de aplicar las leyes y respetarlas, y por encima de todo menospreciando la profesionalidad de la plantilla del personal laboral.

         Habla usted de superar las divisiones, los distanciamientos y las discrepancias, pero las supera, tanto usted como su equipo, a base de expedientes disciplinarios, de sanciones, de prepotencia y de ilegalidades. No somos tan reducido el grupo de miembros de nuestra comunidad que opinamos que es usted el que levanta muros y cava trincheras, y que parece quererlos convertir en celdas en donde recluir a todos los que no estamos de acuerdo con usted.

Citando sus palabras, realmente nos entristece que en el ámbito donde debiera prevalecer la racionalidad y el talante universitario, algunos pocos se parapetan en esas falsas y a la vez interesadas fronteras, no reconociendo que esta universidad ya estaba antes de que ustedes llegaran y que se ha desarrollado, a pesar de las dificultades, con el esfuerzo de TODOS y cada uno de los que aquí trabajamos y desarrollamos nuestra actividad profesional. Pero a diferencia  de su “aparente” resignación y aún aceptando que somos humanos y como tales afectados por sus fragilidades y miserias, le garantizo que algunos no vamos a resignarnos a una vuelta al ordeno y mando, vulnerando normas, leyes y derechos. Normas, leyes y derechos que usted más que nadie, como universitario, debería saber que son de obligado cumplimiento para TODOS.

         Su capacidad de diálogo, salvo el que ha tenido con la Consejería de Educación, está, permítame decírselo, como nuestra economía: en números rojos y con un fuerte riesgo de quiebra absoluta.

         Para terminar, señor Rector, con el corazón en la mano si es que hay que meterlo en este asunto, pero hablándole desde el razonamiento, lo que se tenga que hacer para conseguir el objetivo de hacer progresar a la ULL y teniendo como referencia el bien general para la comunidad universitaria, no puede hacerse machacando los derechos de un colectivo que forma parte de esa comunidad. No basta con presumir de tener el servicio documental más importante de Canarias y el fondo bibliográfico sobre Canarias más importante del mundo, olvidando que mantiene una política de personal roñosa, trasnochada y abusiva.

Sinceramente, le digo que desde el sector del personal laboral somos muchos los que pensamos que bajo su mandato ha habido un altísimo grado de improvisación, restricción de la participación, soberbia y prepotencia.